En agradecimiento y como cierre a las bases sembradas en nuestro viaje juntas de «La Flor de mi Voz, es mía». Al vínculo creado y al más allá. 

A los baños de noviembre, mes entre meses de magia. 

Poema. El volcán, el rostro de la mujer, la mariposa y la flor. 

Como dijo Iballa «Purificación, sabiduría femenina, transformación y florecimiento». 

Cada pieza contiene algo de todas, el mensaje es para todas. Somos parte de una gran parte, en constante movimiento. En el frac tal del ahora. 

Por todo lo necesario limpiar, para continuar con nuestros pasos en la escucha, con sinceridad, coherencia, belleza y gozo. En armonía con los ciclos naturales de la tierra. Como es adentro es fuera. Por el arte al servicio de lo vital. 

Por la textura y origen que cada una somos, por la genealogía y el potencial de creación que expresamos. Por la energía y el valor del aliento que cada una contiene, único e irrepetible. por las historias de las que venimos, y la pertenencia a nosotras mismas, por el lugar desde donde  creamos a través de nuestras participación creativa. En cada gesto.  

Al hilo, del pasado, presente y futuro. 

Gracias por confiar y lo expresado en cada forma en el vínculo individual y en el palpitar del círculo con el misterio. 

Por todas nuestras relaciones. 

Por los baños y lo que se desprende. 

Por la liberación de lo que ya no es ahora. 

Por quienes estamos aquí, 

honrando el vivir y fusionando voces. 

En los últimos días de este ciclo, con el decrecimiento de La Luz en la lunación de Libra. Presentando el tiempo de la lunación de Escorpio que se avecina. 

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A la capacidad de sentir y mover la energía, a la fuerza de regenerarnos, al viaje al fondo, a la memoria de nuestras células, a la crisis y todo lo que cada una y uno descubra. Este año, al pasar de nuevo por esos lugares y grados, que siempre pasamos, del cielo, en la Tierra. 

Por la práctica, 

de la agricultura. 

Por el cuidado del origen.