Agricultura del espíritu

El sonido de la U

Aunque me gustan todas las vocales, tiendo a la U.

Desde que soy realmente pequeña fui atraída al gospel, las músicas que elevan el espíritu. Y en especial a la presencia  del sonido de la U, que invita a poner la boca pequeñita como un grifo, remanga el ozico, como un beso y que pase el sonido como un hilo. Convetirme en el grifo de una fuente. Una fuente que comparte espíritu. 

A diferencia con la A que es todo el caudal abierto.

En nuestros encuentros de La Flor de mi voz, comparto mis experiencias. Que para mí el sonido es como el agua, la voz como río, que viene de lo más profundo, ente planos atravesando todos nuestros órganos. Y nos abrimos a las experiencias de las compañeras e imágenes que cada una siente y experimenta. 

Ese hilo de agua, también puede ser como el fuego, fulminando con su vibración y purificándolos. 

Entre todas la U hace el recorrido más largo en el cuerpo, viene de las entrañas, de lo más bajo, del pozo, como indica su forma si lo observas y la ubicas en el territorio. Hay sobre sentirla cantando. 

Es muy necesario que abramos estoy espacios, por muchos motivos, y sobre todo porque llegamos al mundo con ellos, para vivirlos, que nos trae y abre la inmensa riqueza del espíritu.

Como cuando el aire atraviesa la casa, la despeja. El canto desordena pero también ordena. El sonido, en sí lleva las cualidades de todos los elementos, depende de como lo usemos, lo sintamos o lo dirijamos. Aunque hay algo originario muy profundo, conectado con el memoria y la memoria. 

Guardo con amor la experiencias de los primeros años entonando, mientras amamantaba a mi hija, en inmensas reverberaciones abriendo planos serpenteantes por los que a poco íbamos entrando en nuestra canoa interior a los sueños y el descanso. 

 

El canto serpentea, si lo serpenteamos. 

 

Es muy importante la musculatura interna, es una mezcla de todo. Es un gran evento que reUNE. 

El balanceo de la voz, a través del espíritu del sonido, que envolvía el remolino y con dulzura el tímpano, habitando la habitación con el proyector de nuestros espejos, las imágenes de todo lo que vivía en esos sonidos que se iban juntando creando colores y formas con las que vivimos. 

En mi pueblo hay una iglesia con una cúpula inmensa, como un cancán o porción de cielo, donde el reverb es abrumantemente y no puedes escapar de la experiencia, pues cualquier sonido se amplifica y hace envolverte en ellos. 

Todas las personas del pueblo que entran a la iglesia lo han vivido, pero yo solo sé, lo que yo he sentido. 

I a la iglesia por la arquitectura, la oportunidad que nos brinda y esa luz tan respetuosa de las velas donde se es mayor la oscuridad y el sol solo entra por algunos recovecos de las vidrieras. 

Siento lo mismo que siento en las bibliotecas, ese silencio que siempre busco y necesito, para ordenarme. Ojalá la arquitecturas brindara espacio a las bibliotecas y se convirtieran en espacios cotidianos, donde escuchar y habitar la interioridad creativa y el descanso del ruido de formas ya hechas. Un espacio de descanso, de imaginación y de escucha de las visiones, donde toma fuerza para los nuevos rumbos, que el presente nos presenta. 

Suenen las campanas, en los ritos de paso. 

Cada vocal está conectada a un centro de energía en el cuerpo. Cómo con todo, para habitar la totalidad necesitamos del diálogo, y la vivencia de la mezcla. 

Siempre he sabido que esto que yo siempre he sentido, no es algo solo mío, podemos sentirlo todas y todos y que además lo necesitamos. Que no es algo mío, que es algo primitivo de la experiencia del zumo más rico de la vida. Que por algún motivo yo he tenido una tendencia a habitar más estos espacios, simplemente. Como tengo tendencia por la U.

Que necesitamos muchas experiencias y actitudes para enfrentar la completitud de la vida y que así maduramos. 

Tanto la palabra música como espíritu tienen la u. Y también, el nombre de mi hija. 

Siempre me costó leer libros, siempre me gusto más lo oral o escribir. Cuando volví a estudiar tuve muchos problemas, siempre los he tenido. Aunque ame estudiar. Cuando me ponía delante de un texto las palabras las veía levantarse y me quedaba atrapada y obsesionada en su caligrafía. 

Puedo llegar a escribir 100 veces seguidas la misma. 

 

U

U
 
U

Amo el sonido del arco de la U, como un tobogán interno.

 El Útero, la parte recostada del recipiente. 

 

 

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