
En la primera navegación de la Flor de mi Voz, hace tres años, en el tramo de cierre, tuve un sueño hermoso con Manu, que jamás olvidaré.
Fuimos a un lugar donde un maestro, arrugado, de pelo cano y muy tranquilo, nos transmitía una práctica.
Consistía en resposar la espalda sobre el suelo y levantar las piernas, para que el sol entrase por la planta de los pies.
Y concentrarnos en sentir su energía.
Desde entonces, cuando hago esta práctica, siempre viajo a ese sueño y la sensación de dulzura que sembró en mi raíz ese año.
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Esta fotografía la tomé en mi pueblo, sobre la tierra, en casa, un año después, en el mismo mes y el mismo lugar donde le conté el sueño a Manu.
Este registró podria ser una canción, la portada de un álbum o libro, que algún día escriba. Sobre las historia, de la Flor de mi voz y las aventuras con mis tripulantes.
Este mes ha sido el último de la tercera nave que conduzco. Doy las gracias a mis navegantes de este año. Y a quienes antes tripularon. Que me han regalado estas experiencias tan profundas.
Los sueños, los viajes y la expansión